Nagasaky, Japón. 4 de Febrero de 1597

Queridos padres y amigos:

La noche pasa rápida. Mañana moriré ejecutado en la cruz, pero no tengo miedo.

Mi pensamiento vuela hacia ustedes y a mi patria querida.

Ahora que estoy para recibir el bautismo de sangre, recuerdo que fui bautizado en la Catedral de México, y las veces que asistí a Misa en San Francisco de Plateros.

Lamento los años que perdí buscando mis apetitos, egoísta y disipado. Bendito sea Dios que vino en mi ayuda y comprendí que no valía la pena vivir para eso. Quise ser misionero, pero ahora Dios me premia antes del trabajo, concediéndome dar mi vida para probar mi amor.

Lamento no haber vuelto a México, aun cuando apenas fuese un día; pero volveré.

Estoy cierto de que volveré para decirles a todos, que la verdadera vida por la que vale la pena vivir, es la vida eterna.

Paz y bien

Fray Felipe de Jesús